sábado, 29 de mayo de 2010

En recuerdo a Francisco Huete

Hace ahora un año dejó de estar entre nosotros un sabio, un hombre culto, Francisco Huete Chugunowa, madrileño de padre conquense y madre rusa, doctor en química, dedicado profesionalmente a la docencia en temas de medio ambiente, y aficionado a la astronomía, incansable estudioso de esta ciencia.
Todos los que conocimos a Paco nos quedamos con la amargura de perderle cuando aun era demasiado joven, sin haber podido llevar todo su talento al grado de desarrollo que hubiese merecido.

Francisco Huete (primero a la izquierda) con otros asistentes a las jornadas de astronomía en el Planetario de Castellón, el 27 de marzo de 1999.  Personas identificadas en la foto de izquierda a derecha (Francisco Huete, Miguel Rodríguez, n.i., n.i., Francisco Sánchez, Rafael Gonzalez, Jorge García, Pedro Arranz e hijo)


 Paco Huete dejó algunos trabajos escritos que mostraban sus profundos conocimientos de astronomía. Publicó un artículo titulado "Escatología Científica" en el número de octubre de 1987 de Tribuna de Astronomía, en el que hablaba sobre el futuro remoto del Universo tal como nos lo muestra la astrofísica. Asimismo, tenía escrito un tratado sobre astrofísica que hasta este momento no ha sido publicado.

Cuando nos deja una persona querida tendemos a recordar los momentos más bonitos o entrañables que hemos vivido. Por desgracia, desde que conocí a Paco no tuve muchas ocasiones de charlar con él y aprender de sus conocimientos. Naturalmente, pudimos compartir nuestra afición por la astronomía en algunas conferencias y salidas de observación fuera de Madrid. En los largos trayectos a los que obliga la huida de la intensa luz urbana madrileña, pudimos conversar de muchas cosas, y descubrir un gusto compartido por la música clásica, en particular por Joseph Haydn, del cual Paco se reveló como un profundo admirador y conocedor.

Imagen de unos meteoros de la lluvia de las Leónidas, en la "tormenta" de la madrugada del 18 de noviembre de 1999. Imagen de Juan Carlos Casado publicada en la web Astronomical Picture Of The Day de la NASA. La imagen fue foto del día el 23 de noviembre de 1999.

Una de estas salidas de observación compartidas fue aquella gloriosa noche de la tormenta dce las estrellas fugaces de las Leónidas, la noche del 17 al 18 de noviembre de 1999. El paso reciente del cometa progenitor de esta corriente meteórica había añadido nuevo material que aumentó la densidad del tubo meteórico, prometiendo una lluvia de estrellas fugaces de extraordinaria riqueza. En efecto, el espectáculo no nos defraudó en absoluto, y en las horas del máximo podíamos ver caer varios meteoros cada segundo, como a puñados. ¡Otra! ¡otra! ¡otra!!, gritábamos cada vez que veíamos el filamento de luz de cada partícula de polvo cometario al desintegrarse en la atmósfera, hasta que ya no dábamos abasto para anunciar cada avistamiento. Muy de madrugada abandonamos el paraje cerca de Villarejo de Salvanés, cansados pero felices por el maravilloso espectáculo que nos ofrecieron las leónidas.

Desde que hace un año tuvimos que decir adiós a Francisco Huete, no dejo de recordar aquella noche de meteoros y la música de Haydn, y todos esos recuerdos se mezclaban cuando hace unos meses pude ver en concierto el oratorio "La Creación" (Die Schöpfung), de este gran compositor austriaco. Quiero tomar unas estrofas de la primera parte como dedicatoria, en boca del coro que canta en el dia cuarto de la creación, tras la creación del firmamento:


Die Himmel erzählen die Erhe Gottes,
Und siener Hände Werk
Zeigt an das firmament

traducción:
Los cielos proclaman la gloria de Dios,
y de la obra de sus manos
es prueba el firmamento.


Hasta siempre Paco...

sábado, 1 de mayo de 2010

Fotografía y fotometría


Los avances de la tecnología experimentados en los últimos veinte años han hecho que dentro de la astronomía de aficionado la toma de imágenes del cielo haya dejado de ser una labor casi artesanal y sacrificada. Hace casi 10 años expuse por última vez una película de emulsión química para captar el cielo. Dos años después ya tendría mi primera cámara ccd.

Se ha pasado de guiar manualmente una exposición durante decenas de minutos, desde el campo, en emulsiones de 1000, 1600, 3200 ISO, incluso películas hipersensibilizadas por parte de los más expertos, para obtener una imagen de cielo profundo, a poder sacar galaxias en tomas de un minuto sacadas con un simple instrumento que cuente con seguimiento motorizado, y en un entorno urbano.

La nueva situación hace las delicias de todos aquellos aficionados que desean retratar las bellezas del firmamento, que pueden sacar objetos Messier con facilidad, y exprimir la capacidad de sus telescopios para captar los objetos más débiles y los detalles más delicados. La informática también juega en su favor con la capacidad de procesar, realzar y sacar todos los matices posibles a una imagen, combinar múltiples tomas, y en fin, sacar bellas y sugestivas fotos de galaxias, nebulosas y cúmulos estelares. Mi apreciado y admirado colega Ramón Naves denomina a estos astrofotógrafos, con sorna, postaleros. Yo evitaré en todo momento un tratamiento que pueda sugerir desprecio hacia la astrofotografía estética; es una labor minuciosa que redunda en una divulgación exitosa. Una imagen bella deleita e interesa al público por la astronomía. Yo hace años fui bastante entusiasta de la astrofotografía, sin obtener grandes logros, por lo que respeto a los postaleros por su dedicación y esfuerzo.

Sin embargo, y es una razón de ser de este blog, las tecnologías de la imagen astronómica posibilitan captar objetos del cielo: asteroides, cometas, estrellas variables, estrellas dobles, galaxias, quasares, etc, en imágenes de las que luego podemos extraer información por la posición en la imagen o por la distribución y nivel de brillo. Podremos obtener astrometría, o sea, una medida muy precisa de su posición en el sistema de coordenadas celestes, o fotometría, una medida moderadamente precisa de su brillo.

Un observador en nuestros días, con un telescopio de menos de 20 centímetros de diámetro, puede registrar una débil supernova en una galaxia lejana, con magnitud 14 ó 15, y de inmediato, en un programa en su ordenador personal, puede obtener su valor de brillo en el sistema estándar de magnitudes, y sus coordenadas ecuatoriales con precisión de menos de 1 segundo de arco de error. Varias décadas atrás, solo astrónomos profesionales podían obtener esa información, y además solo tras un proceso tedioso que podía durar semanas, examinando placas con micrómetros, o midiendo la luz por medio de fotómetros fotoeléctricos.


Esta imagen de la galaxia NGC3621 es maravillosa, está hecha por un gran astrofotógrafo, fue imagen astronómica del día el 19 de septiembre de 2009 en la web de la NASA, y se puede aprender mucho sobre astrofísica examinandola con detenimiento, pero no nos sirve para hacer fotometría. Para darle su aspecto definitivo ha sido necesario combinar una serie de tomas que previamente han sido procesadas y alteradas en su rango tonal. Imagen de Robert Gendler.


En esta imagen, bastante fea, solo vemos un vulgar campo de estrellas. Además presenta un gradiente de brillo causado por la contaminación lumínica. Es una suma de 10 imágenes de 60 segundos cada una para obtener una exposición equivalente a 10 minutos. Se han sumado las imágenes tal y cómo han salido de la cámara, solamente procesadas para restar el ruido de la corriente de oscuridad y corregir el aplanamiento del campo (flat field, que ni siquiera se ha llegado a corregir bien del todo por unas malditas motas de polvo).
Al trabajar sobre la foto se han ajustado los niveles de brillo para una óptima visualización, pero sin cambiar los valores originales de cuentas. Pero en esta imagen ya podemos medir el brillo de las estrellas que aparecen registradas, es decir, hacer fotometría, por ejemplo de ese objeto marcado, de aspecto estelar, pero que no es una estrella de nuestra galaxia, sino un lejano quasar conocido por la denominación OJ 287.

Cuando tomamos imágenes para obtener datos, no hay bonitas vistas, pero pronto nos damos cuenta de que hay mucho campo donde jugar: podemos ver cómo cambian de brillo las estrellas, cómo estallan y se desvanecen supernovas, ¡nos damos cuenta de que el cielo está vivo y en constante cambio!


En esta imagen, de lo más sosa, podemos dedicarnos a medir el brillo de la estrella que aparece señalada. Si tomamos imágenes durante días sucesivos y medimos esa misma estrella nos damos cuenta de que su brillo es diferente de un día a otro:

Los valores de brillo toman a primera vista un aspecto disperso, pero se advierte una periodicidad. Por un algoritmo matemático se nos muestra que los datos presentan una periodicidad de 3.3 días. Si promediamos los puntos y los ajustamos según la fase obtenemos

Esa estrella anodina que se veía en la imagen es una estrella variable cefeida, denominada CK Camelopardalis, y hemos conseguido obtener esta curva de brillo típica con nuestras propias imágenes y el proceso de los datos en nuestro ordenador personal. Las estrellas variables cefeidas son muy importantes en la astrofísica por ser indicadores de distancias cósmicas.

Supernova 2005cs en la galaxia Messier 51. Esta imagen es una copia de la imagen original de la que se ha extraido la fotometría de la supernova. En algunos casos, especialmente si se trata de supernovas en otras galaxias, las imágenes para hacer fotometría llegan a ser bellas.